Felipe tenía tres docenas de canicas, jugando perdió ocho ¿cuántas canicas le quedaron a Felipe? si regaló media docena camino a su casa.
Estoy segura de que muchos de los que están leyendo esto se enfrentaron a una situación similar o lo están haciendo. Alguno seguro antes de que termine de leer ya sabrá cuántas canicas le quedaron a Felipe y otros, como yo, tal vez no sepan o no les importe la vida de Felipe ni sus canicas. El tema es que, aunque me cueste reconocerlo a mis treinta y tantos y con esfuerzos, de tanto en tanto la duda sobre las canicas de Felipe me angustia y mucho.
Hace dos semanas tomé la arrebatada decisión de volver a enfilarme en busca de un empleo estable, lo que sea que eso signifique, y resulta que Felipe, sí, ese que creí olvidado y enterrado en mi último examen de la prepa, llegó con su bolsita de canicas, las que le hayan quedado, a darme tremendo zape en la cabeza. Me di cuenta cuando trataba de resolver una de esas pruebas que no tenía ni idea, pero si respondía mal el empleo adiós, y sí así fue. Y es que aunque para contestar un teléfono no creo que Felipe ni sus canicas sean relevantes sí lo es para analizar determinadas situaciones de pensamiento lógico matemático, ese que desestimé hace años. Me di cuenta de que Felipe solo quería ayudarme porque en realidad si hubiera analizado bien la situación. Uno, ese empleo no valía la pena. Dos, las dos horas que pasé ahí las pude invertir en algo mejor.
Cuando salí de aquel lugar pensé seriamente cómo he vivido todo este tiempo sin saber qué pasó con las canicas de Felipe y es que me guste o no, en la situación con Felipe y sus canicas me ha llevado a dejar de lado el análisis de situaciones importantes de mi vida laboral. En cascada las canicas de Felipe me han despertado la necesidad no solo de conformarme con las cosas que me apasionan; sino que me han hecho reflexionar sobre mi capacidad de resolver situaciones diarias en mi vida. Así que aunque todavía no sé cuántas malditas canicas le quedan a Don Felipe y por qué rayos las perdió y luego las regaló, me queda claro que como él, yo también he dejado mis canicas en la dimensión donde se van los pares de calcetines que nunca encontramos al lavarlos. Hoy mismo tengo muchas dudas de cómo resolver mi situación laboral. Sé que al igual que yo hay muchos ahí afuera que tienen las mismas dudas y que también han perdido o mal invertido sus canicas. Este espacio nace de la necesidad de invertir el tiempo, el esfuerzo, el aprendizaje y ¿por qué no? de compartir la duda de dónde quedan nuestras canicas en el camino. Estoy segura de que Felipe no me encara años después por casualidad, así que aquí voy, a encontrar las canicas de Felipe y de paso las mías.
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