En publicaciones anteriores les he presentado a los personajes que conforman La maravillosa vida de Nan como mi Hadita, Rollito, mi papá (él es onda recurrente) y bueno la última vez les mencioné a Hugo y recibí mensaje de “¿Quién es Hugo?” y bueno Hugo es mi marido. Nos separamos el 10 de marzo del año pasado, no nos hemos divorciado por circunstancias varias, entre ellas que nuestra acta de matrimonio carece del número de libro; es decir que todas las actas que se emiten deben estar asentadas en un libro y pues la nuestra no lo está. De esto nos dimos cuenta cuando fuimos al juzgado. Sucede que las primeras reuniones en ese lugar son para tratar de reconciliar y que la pareja siga siendo pareja. Cuando el abogado se dio cuenta de ese dato faltante nos dijo “Ya ven, el Señor no quiere que se divorcien” y nosotros respondimos “Ajá, el señor que no le puso el libro” (ASÍ QUE AQUELLOS QUE SE VAN A CASAR O ESTÉN CASADOS, CORRAN A REVISAR SU ACTA) Total que por ahí de junio del año pasado decidimos detener el proceso de divorcio temporalmente. Como es lógico al inicio de nuestra separación todo entre nosotros estaba muy sensible por lo doloroso que es terminar un ciclo de vida. ¿Por qué me refiero a él como Hugo o marido si ya no estoy con él? Bueno, primero porque así se llama y dos porque todavía es mi marido, aunque tengamos vidas separadas ahora. Por otro lado, al tiempo y la distancia, considero injusto reducir a un prefijo como «ex» a una persona que significó mucho en mi vida durante los seis años que duró nuestra convivencia. Al principio de la separación, recuerdo haber dicho “La relación no funcionó”; sin embargo, es todo lo contrario, nuestra relación FUNCIONÓ, estuvimos juntos seis años. Compartimos la maravillosa experiencia de esperar un bebé juntos que no nació e igualmente estuvimos juntos en ese duelo, me dio a la única Mami suegri que tendré en la vida. Fue con Hugo que La manta del amor tuvo verdadera forma.
Hace poco me topé con un podcast de School of greatness donde entrevistaban a Esther Perel, terapeuta de pareja y escritora. Después de meses de haber expresado que mi relación no había funcionado, esta mujer me hizo cambiar de opinión en los primeros veinte minutos de su charla. Nos educan para creer que el amor de pareja tiene que durar hasta la muerte y si no es así es fracaso total. La realidad es que las relaciones cambian con el tiempo, los integrantes de la pareja cambiamos también. Esther menciona que durante nuestra vida vamos a tener una interacción con distintas parejas, algunos lo harán con la misma persona otros no; es decir que conforme avanza el tiempo la revaloración en la convivencia también sufre una valoración diferente. No es la misma relación al mes de casados que al año o cuando llegan los hijos y/o la mascota; etc. Haberme casado con Hugo ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en la vida porque tuve la oportunidad de conocerme de una forma que no hubiera sido posible sin él. Cuando hablo con Hugo y lo sé feliz me da mucho gusto porque si él es feliz, este mundo que yo habito, también lo es.
El día que conocí a Hugo lo primero que pensé fue “Este es un hombre para quererlo siempre” y en la distancia lo sigo creyendo.
El amor es energía y la energía no se destruye, se transforma.
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