Justicia, aceptación y sostén

Esta semana he escuchado varias veces esta frase “No es justo” frase que delata la imbecilidad del mediocre, de aquel que no se atreve a tomar decisiones porque teme las consecuencias y al mismo tiempo teme el juicio. Me queda claro que quien la emplea es un dictador discreto, que teme decir francamente que tiene miedo, que no se atreve, que no quiere, que simplemente no le da la gana enfrentar lo que sea que tiene en frente. Cuando era más joven leí Tus zonas erróneas, recuerdo que estaba devastada por una ruptura amorosa, me sentía sola, estaba sin trabajo, sin dinero, me sentía sin opciones y me repetía que no era justo, no necesariamente con palabras, pero sí con actitudes victimistas hasta que llegó ese libro a mí, cuando leí que no existe tal cosa como la justicia, me quedé en shock, realmente en shock; sin embargo comprobé que efectivamente los eventos a nuestro alrededor pueden parecernos injustos, incluso tal vez lo sean, pero ¿qué vamos a hacer? ¡Cuidado que no digo que nos conformemos, jamás! Lo que quiero decir es que independiente del argumento de la justicia que muchas veces no está en nuestro poder, prestemos atención a lo que sí podemos hacer, por ejemplo, la actitud con la que tomamos cualquier evento a nuestro alrededor. Puede que no nos guste nuestro trabajo, nuestro jefe, nuestro peso, nuestro cabello, nuestra situación financiera, nuestra relación sentimental, sin embargo, al lloriquear por ahí y publicar en redes sociales lo mucho que nos disgusta perdemos tiempo valioso, tiempo de crecimiento personal. En mi empleo anterior me destaqué por mi desempeño y como compensación me dieron una tarjeta de Amazon de 300 pesos mexicanos, ahí hagan ustedes sus cuentas, cuando la recibí me ofendí, luego cuando solicité un ajuste salarial resulto en una especie de propina, incluso bromeaba con eso; pero como dice el refrán “entre broma y broma la verdad se asoma” la realidad es que estaba inconforme, pero ahí seguí hasta el día que la gerente de esa división me llamó en privado para decirme que había una oportunidad de salir de viaje, dicho viaje ya estaba más que en la mesa casi desde que ingresé a la compañía, aquel día inconforme y todo fui a la junta para escuchar que claramente me decía que no apostaba por mí y remató diciendo “Tú estás buscando un crecimiento que aquí no va a haber” esto acompañado de un golpe ligero con el puño derecho sobre la mesa por parte de ella mientras se inclinaba hacia atrás en su silla, lejos de sentirme mal, ese día volvió a mi mente la célebre frase de aquel libro “La vida no es justa, face it” sólo agradecí y asentí ¿Qué iba a hacer? Hasta cierto punto ella tenía razón, yo buscaba algo que ahí no iba a encontrar sólo me quedaba porque tenía miedo de moverme, de volver a empezar, me sentí literalmente como la amante del señor panzón que dice “Pues no voy a dejar a mi esposa, esto es lo que hay” y ahí decidí romper (un poco al menos) mis creencias limitantes, me di cuenta de que el poder era mío, no de si me aumentaban una cantidad determinada en mi sueldo o si me enviaban de viaje o si me reconocían mi desempeño de la forma que yo esperaba, no, mi poder radica en observar y tener claro que si deseo cualquier cosa en mi vida depende de mí, solo de mí generarla. Volteé a ver las demás cualidades que tengo, esas que todos sabemos que tenemos, pero preferimos que alguien más nos la diga porque “no está bien hablar bien de nosotros mismos” pero sí lo es estar buscando la aprobación externa y luego nos quejamos de que si apegados y codependientes y bla bla bla y la misma humanidad se queda frágil y confundida. Nos quedamos atorados entre la utopía de la justicia y el apego con una sensación de insuficiencia que intentamos sanear con todo aquello que nos prometa un alivio, aunque sea momentáneo desde ir de compras a involucrarnos en la primera relación tóxica, pero eso sí que nos reconozca eso que, a nosotros, los habitantes de la propia vida, no es prohibido socialmente y que por contraste nos es exigido más adelante. Desde la última entrada me he enfrentado a muchas situaciones que me incomodan, me lastiman, me generan rabia y tiendo al auto reclamo y recuerdo que la justicia no es pretexto y/o justificación. Las cosas son como son. Ahora retomaré el tema de mi divorcio/anulación/ya no se qué es, me da pereza, me da rabia tener que ser yo quien busque zanjar ese tema, encargarme de tres gatos yo sola, me encabrona, sí me súper encabrona, tener que ir a pararme a juzgado en el que para empezar ni quise estar desde la primera vez, me da rabia que me hagan dar vueltas, me estresa ¿Es justo? Puede que no, puede que como dice Julieta Venegas, me lo merezca, pro si quiero una solución a mi favor e interés sea yo quien la genere. Así en lugar de tomar la posición de víctima, agaaaaaaaaian, y buscar inútilmente una justicia que no existe porque justo sería que mi encanto sea el mismo independiente de los calzones, lo coma, lo que pese, lo que mida, mi edad, mi nacionalidad, pero volvemos “la vida no es justa, take it or leave it” y yo prefiero tomarla esta vez con calzones nuevos, cintura reducida, tres gatos que adoro, hartas lagrimas y la cicatriz de un grano que me apreté ayer en total aceptación de que en la vida, somos nosotros los responsables de nuestro único y perfecto sostén.

 

 

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Un comentario en “Justicia, aceptación y sostén

  1. Que bueno que regresaste a escribir. Como dice Victor Frankl, nadie, absolutamente nadie te puede quitar la libertad de decidir cómo reaccionas a lo que te sucede. Hay cosas que nosotros mismos nos provocamos, otras nos llegan. De cada uno depende cómo las enfrenta.

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